A la feria, a la feria ¿Cuanto don? 3x5
Publicado en el Equinox fin de semana, prensa libre del 2 de julio de 2004
Todas las semanas unos tres mil trabajadores hacen renacer en la montevideana calle de Tristán Narvaja una feria dominical hermana, no menor por cierto, del Mercado de las Pulgas de París, del londinense Portobello Road o del madrileno Rastro.
Para muchos estudiosos es el símbolo popular resultante del espíritu ecléctico de la sociedad aluvional rioplatense, pero a diferencia de los ejemplos europeos que cubren toda la gama del espectro que va desde la curiosidad hasta lo utilitario, éste, sin dejar aquello, no ha perdido lo inicial: el sentido ancestralmente auténtico de feria que se inicia a partir de intentar cubrir las necesidades básicas alimentarias.
Prepárese el viajero para ver en una recorrida por las siete cuadras de su cuerpo principal, que comienza en la Avenida 18 de Julio hasta el final de la calle La Paz y sus prolongaciones que se extienden por los alrededores, que lo más insólito y por cualquier estado puede ser comprado, vendido, o canjeado ¨ a la vista y sin reclamo ¨ pero con el respeto mutuo que se crea entre una clientela y feriantes experientes, muchos de ellos con varias generaciones en el lugar.
En el encanto bizarro de la feria es válido hallar el original junto a la más burda falsificación y si bien existen los imponderables, el visitante encontrará en la recorrida muchas muestras de espontáneo sentido común, como por ejemplo el de ubicar a la exposición de decorativos pecesitos de colores al inicio de la feria sobre 18 de julio y al final en la calle La Paz a los cocineros de pescado frito.
La feria se ubica en el barrio de El Cordón, denominación que se debe al hecho de que la ciudad colonial contaba con un sistema defensivo al que pertenecía una zona en la que estaba prohibido realizar construcciones que pudieran servir de parapeto a los sitiadores.Dicha área tenía como límites a las murallas de la Ciudadela por un lado y más hacia el exterior, ubicados a un tiro de canon, un cordón de mojones de piedra que fueron colocados en 1750. A la altura de la calle Galicia, en el tramo de la viejacalleTacuarembó que actualmente se llama Hermano Damasceno, una estela recuerda el exacto lugar donde se ubicaba es cordón.
Cada domingo hay feria, excepto si éste coincide con una fecha de elección nacional o con las de Navidad, Año Nuevo o el Día de los Trabajadores que se celebra cada primero de mayo, con lo que invariablemente, en esos casos, se la adelanta para el sábado anterior.
Como esta tradición se remonta a los primeros años del siglo XX, bien nos podría conducir al error de pensar que en ese lugar eternamente hubo feria dominical; pero ello no es así. Si bien intuitivamente las tradiciones casi centenarias del lugar nos dan la casi certeza de ininterrumpida continuidad, no siempre hubo feria en Tristán Narvaja, y ni siquiera la calle Tristán Narvaja fue siempre Tristán Narvaja.
La feria de Tristán Narvaja es interesante de una manera resonantemente obvia. Es decir, hay muchísimas razones que se pueden citar, esgrimir, blandir para defender una nota sobre un lugar como éste. Pero si usted piensa que habrán varios libros que recojan su historia y rescaten sus personajes o que simplemente podrá saciar su curiosidad encaminando sus pasos al servicio de publicaciones de la Intendencia, bueno, sencillamente se habrá equivocado.
Hasta la próxima
Todas las semanas unos tres mil trabajadores hacen renacer en la montevideana calle de Tristán Narvaja una feria dominical hermana, no menor por cierto, del Mercado de las Pulgas de París, del londinense Portobello Road o del madrileno Rastro.
Para muchos estudiosos es el símbolo popular resultante del espíritu ecléctico de la sociedad aluvional rioplatense, pero a diferencia de los ejemplos europeos que cubren toda la gama del espectro que va desde la curiosidad hasta lo utilitario, éste, sin dejar aquello, no ha perdido lo inicial: el sentido ancestralmente auténtico de feria que se inicia a partir de intentar cubrir las necesidades básicas alimentarias.
Prepárese el viajero para ver en una recorrida por las siete cuadras de su cuerpo principal, que comienza en la Avenida 18 de Julio hasta el final de la calle La Paz y sus prolongaciones que se extienden por los alrededores, que lo más insólito y por cualquier estado puede ser comprado, vendido, o canjeado ¨ a la vista y sin reclamo ¨ pero con el respeto mutuo que se crea entre una clientela y feriantes experientes, muchos de ellos con varias generaciones en el lugar.
En el encanto bizarro de la feria es válido hallar el original junto a la más burda falsificación y si bien existen los imponderables, el visitante encontrará en la recorrida muchas muestras de espontáneo sentido común, como por ejemplo el de ubicar a la exposición de decorativos pecesitos de colores al inicio de la feria sobre 18 de julio y al final en la calle La Paz a los cocineros de pescado frito.
La feria se ubica en el barrio de El Cordón, denominación que se debe al hecho de que la ciudad colonial contaba con un sistema defensivo al que pertenecía una zona en la que estaba prohibido realizar construcciones que pudieran servir de parapeto a los sitiadores.Dicha área tenía como límites a las murallas de la Ciudadela por un lado y más hacia el exterior, ubicados a un tiro de canon, un cordón de mojones de piedra que fueron colocados en 1750. A la altura de la calle Galicia, en el tramo de la viejacalleTacuarembó que actualmente se llama Hermano Damasceno, una estela recuerda el exacto lugar donde se ubicaba es cordón.
Cada domingo hay feria, excepto si éste coincide con una fecha de elección nacional o con las de Navidad, Año Nuevo o el Día de los Trabajadores que se celebra cada primero de mayo, con lo que invariablemente, en esos casos, se la adelanta para el sábado anterior.
Como esta tradición se remonta a los primeros años del siglo XX, bien nos podría conducir al error de pensar que en ese lugar eternamente hubo feria dominical; pero ello no es así. Si bien intuitivamente las tradiciones casi centenarias del lugar nos dan la casi certeza de ininterrumpida continuidad, no siempre hubo feria en Tristán Narvaja, y ni siquiera la calle Tristán Narvaja fue siempre Tristán Narvaja.
La feria de Tristán Narvaja es interesante de una manera resonantemente obvia. Es decir, hay muchísimas razones que se pueden citar, esgrimir, blandir para defender una nota sobre un lugar como éste. Pero si usted piensa que habrán varios libros que recojan su historia y rescaten sus personajes o que simplemente podrá saciar su curiosidad encaminando sus pasos al servicio de publicaciones de la Intendencia, bueno, sencillamente se habrá equivocado.
Hasta la próxima
1 comentario
Raquel -
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Gracias